Santa María Crucificada de la Rosa, nacida como Paula Francesca María di Rosa en Brescia, Italia, el 6 de noviembre de 1813, fue una mujer que dedicó su vida al servicio de los demás. Desde joven, mostró un gran espíritu de caridad, ayudando a los pobres y visitando enfermos en los hospitales.
En 1839, con el apoyo de otras mujeres, fundó las Siervas de la Caridad, una congregación religiosa dedicada al cuidado de los enfermos, especialmente durante las epidemias. Esta comunidad trabajó incansablemente para atender a los afectados por el cólera y otras enfermedades en Brescia.
María Crucificada de la Rosa combinaba un profundo amor por Cristo crucificado con una inmensa capacidad de compasión hacia los necesitados. Su vida de sacrificio y entrega total la convirtió en un modelo de servicio cristiano. Falleció el 15 de diciembre de 1855, a los 42 años.
Espiritualidad
El carisma de Santa María Crucificada se centraba en vivir el Evangelio mediante obras de misericordia. Su devoción al Sagrado Corazón de Jesús y su identificación con los sufrimientos de Cristo guiaron su misión. Enseñó que el servicio a los enfermos y desamparados es un camino hacia la santidad.
Patronazgos
Santa María Crucificada de la Rosa es un ejemplo especial para las enfermeras, las religiosas dedicadas a la caridad y todos los que cuidan de los necesitados.
Reflexión
Su vida nos recuerda la importancia de vivir nuestra fe de manera concreta, ayudando a quienes más lo necesitan, especialmente en momentos de sufrimiento. Santa María Crucificada nos muestra que, a través del servicio, podemos reflejar el amor de Cristo a un mundo necesitado de esperanza.