Antes de su encuentro con Jesús, Mateo era un recaudador de impuestos, conocido también como Leví. Este trabajo lo hacía impopular entre los judíos, ya que los publicanos (recaudadores de impuestos) eran percibidos como colaboradores con los romanos, además de ser acusados de corrupción. A pesar de su reputación, Jesús lo llamó a seguirlo mientras Mateo estaba sentado en su puesto de recaudación.
Mateo dejó todo y siguió a Jesús sin dudar.