Ambos santos son recordados por su fidelidad y su disposición a sufrir por la fe. Su vida y martirio son ejemplos de cómo la gracia de Dios puede transformar el corazón y llevar a la reconciliación y la unidad en la Iglesia. La celebración conjunta de su fiesta subraya la importancia del perdón, la unidad y la firmeza en la fe cristiana.