Esta fiesta no figura en el calendario litúrgico de la Iglesia, pero tiene sabores propiamente españoles. Hasta el siglo VII la iglesia de España no celebraba más que una festividad mariana pero que abarcaba a todas las demás: la Maternidad Divina o la “Fiesta de Santa María” como se la llamaba sencillamente. Así lo podemos apreciar en los antiguos calendarios mozárabes. El año 656 se celebraba el célebre Concilio X de Toledo y allí trataron con toda solemnidad los Padres esta cuestión. Toman parte en este asunto tres grandes santos: san Eugenio, san Fructuoso de Braga y san Ildefonso. Este Concilio dictaminó un decreto por el que se establecía que para dar mayor solemnidad a esta fiesta mariana de la Maternidad Divina “se celebre el día octavo antes de Navidad del Señor y se tenga dicho día como celebérrimo y preclaro en honor de su Santísima Madre”.