Santa Ricarda

Víctima de intrigas palaciegas, la emperatriz Ricarda se defendió de las acusaciones de adulterio sometiéndose a la ordalía del fuego. Esta prueba consistía en caminar sobre un manto de brasas ardiendo. Si era inocente, sus pies no sufrirían daño alguno. Cuenta la leyenda, que al pasar Ricarda por el suelo incandescente, el fuego se separó para dejar que pasara sin sufrir ningún tipo de quemadura.